Del latín resiliēns, participio de presente activo del verbo resiliō, y éste, formado por el prefijo re- (que, aquí, indica ‘retroceso, volver atrás’) y el verbo saliō, literalmente, ‘saltar hacia atrás, retraerse, retirarse’. O sea, que, ante la adversidad, por ejemplo, nos retiramos, quizá a los cuarteles de invierno, quizá con el sentido de una retirada estratégica, replegarse para reagruparse, restaurar fuerzas y avanzar más seguro; o quizá para lamerse las heridas, asustados y temerosos, en espera de mejores momentos o de una segunda oportunidad que quizá nunca llegue, quizá para alimentar el odio, la sed de venganza, restañar el orgullo herido y volver presto y decidido. The eye of the tiger.
Así, la virtud resiliente es la del hombre herido que se retira, de quien se reconoce inferior ante la adversidad, de quien busca el calor del hogar, el refugio, el seno materno, para llorar su debilidad, sentirse seguro y, quizá, prepararse para comenzar de nuevo. Virtud del derrotado, del malherido, de quien se esconde para que la humillación no continúe. Sin duda, hay algo sabio en ello. También yo me he retirado muchas veces, tantas, que apenas siento ya en mí la valentía de vivir.
En ciencias, la palabra es una mera sustitución del concepto tradicional de elasticidad: la capacidad de un material para volver a su situación original, cuando está sometido a una tensión exterior (strain, stress), antes de que la presión sea tan fuerte que lleve al material a un punto de ruptura en el que ya no pueda retornar a su ser.
Los psicólogos han tomado prestado el término de la física de materiales, para significar, literalmente, la capacidad para afrontar situaciones de riesgo (lo que Lazarus llamó “coping”, o disponibilidad de estrategias de afrontamiento para responder ante una situación de estrés), conservando la capacidad para volver al estado original. O sea, el resiliente es el que supera la adversidad sin que esta le cambie o le impida volver a su estado básico, es decir, el guerrero victorioso que vuelve a casa después de la batalla, el que tiene un lugar a donde volver después del esfuerzo, el reposo del guerrero. En cierto modo, todo lo contrario del que retrocede.
Una curiosidad. El verbo “resultar” deriva directamente de “resaliar”.
No sé qué metáfora gustará más al lector, los cuarteles de invierno o el reposo del guerrero. Vosostrxs sabréis en qué palabras ponéis vuestro pensamiento.
Así, la virtud resiliente es la del hombre herido que se retira, de quien se reconoce inferior ante la adversidad, de quien busca el calor del hogar, el refugio, el seno materno, para llorar su debilidad, sentirse seguro y, quizá, prepararse para comenzar de nuevo. Virtud del derrotado, del malherido, de quien se esconde para que la humillación no continúe. Sin duda, hay algo sabio en ello. También yo me he retirado muchas veces, tantas, que apenas siento ya en mí la valentía de vivir.
En ciencias, la palabra es una mera sustitución del concepto tradicional de elasticidad: la capacidad de un material para volver a su situación original, cuando está sometido a una tensión exterior (strain, stress), antes de que la presión sea tan fuerte que lleve al material a un punto de ruptura en el que ya no pueda retornar a su ser.
Los psicólogos han tomado prestado el término de la física de materiales, para significar, literalmente, la capacidad para afrontar situaciones de riesgo (lo que Lazarus llamó “coping”, o disponibilidad de estrategias de afrontamiento para responder ante una situación de estrés), conservando la capacidad para volver al estado original. O sea, el resiliente es el que supera la adversidad sin que esta le cambie o le impida volver a su estado básico, es decir, el guerrero victorioso que vuelve a casa después de la batalla, el que tiene un lugar a donde volver después del esfuerzo, el reposo del guerrero. En cierto modo, todo lo contrario del que retrocede.
Una curiosidad. El verbo “resultar” deriva directamente de “resaliar”.
No sé qué metáfora gustará más al lector, los cuarteles de invierno o el reposo del guerrero. Vosostrxs sabréis en qué palabras ponéis vuestro pensamiento.